Sabina Guzzanti nos cuenta cómo salimos, en el escenario del Teatro Bellini [Review]

Sabina Guzzanti en Cómo salimos de ella en el Teatro Bellini
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Sabina Guzzanti nos cuenta, desde un futuro lejano, cómo logramos salir de nuestro "siglo de mierda", en su nuevo espectáculo presentado en el Teatro Bellini de Nápoles.

Estamos en el futuro. Un futuro brillante, fluorescente, lleno de alegría y felicidad, una era donde el dinero vuelve a ser simplemente un medio y no un fin. Un futuro lejano, suspendido en el espacio y el tiempo, donde SabnaQ, una mujer con ropa futurista, acoge con emoción y entusiasmo la propuesta de dar un discurso muy importante, que cada año sirve para recordar cómo la humanidad, especialmente en Italia (nombre que tuvo este país hace mucho tiempo) ha salido de "Siglo de mierda". No olvidar, nunca más cometer los errores del pasado que redujeron a los italianos de hombres de cultura, intelectuales y respetuosos de sus bienes y valores, a "merdolani", egoístas y frustrados, manipuladores y manipulados, ignorantes y materialistas.

Así comienza el nuevo espectáculo de Sabina Guzzanti, titulado "Cómo salimos de eso", puesta en escena en Teatro Bellini de Nápoles por solo dos días, 27 y 28 November 21015. Un monólogo que, a través de su inconfundible sátira picante, nos cuenta cómo, desde los lejanos 600, el mundo entero ha sido dominado primero por la ideología liberal y luego por la neoliberal, arrojando a la humanidad a una profunda crisis que no ha hecho sino agravarse en los siglos venideros, culminando en la " siglo de mierda". El pasado al que se refiere Guzzanti es el período que va desde 1990 a 2041, años en los que el neoliberalismo y el sistema económico capitalista gestionaron, sin que nos demos cuenta, nuestras vidas y nuestras elecciones.

A través de un recitativo y un ritmo musical que alterna momentos más solemnes con otros más despreocupados y divertidos, Guzzanti nos ofrece un resumen breve pero incisivo y esencial de los acontecimientos históricos, políticos y sociales de la Primera Guerra Mundial en adelante, ofreciéndonos, como en su estilo, una serie de imitaciones de las personalidades más significativas de nuestros días.

Sabina Guzzanti Cuando salimos del Teatro Bellini

Sentados en nuestros sillones, los espectadores solo podemos admitir que la historia tragicómica que presenciamos es real, y no podemos evitar reconocernos en el terrible universo y en las igualmente terribles perspectivas de futuro que nos presenta Guzzanti. Como sucede frente a un espejo cruel y rencoroso que nos muestra y nos dice solo lo que no queremos escuchar, en un mecanismo alienante y desapegado que recuerda el teatro épico brechtiano: cuanto más lejos de nosotros se muestran los hechos y episodios (tanto del pasado como del del futuro), cuanto más los sentimos cerca, muy cerca.

Hasta que nos demos cuenta de que todavía somos los que nos comprometemos a condenar en los libros de historia y durante nuestros discursos. Y, si queremos, también hemos empeorado, porque intentamos justificar en todos los sentidos las actitudes de quienes nos gobiernan, sin estallar, sin estallar, sin seguir adelante. una verdadera revolución de conciencias. Prefiriendo, a todo esto, ver programas de entrevistas en la televisión, escribir nuestras inútiles opiniones en Facebook (irónicamente llamado FB), compuestas de extractos de conversaciones y trozos de diario leídos o escuchados aquí y allá, gastando dinero en la inutilidad engañándonos a nosotros mismos, de esta manera, para "hacer funcionar la economía", en lugar de pensar y reflexionar sobre nuestra situación actual, y tratar de resolverla, antes de que sea demasiado tarde.

Todos nos sentimos cuestionados. Todos somos culpables. Tanto cuando condena el racismo, tanto cuando se trata de discriminación, como cuando se denuncian las injusticias, y cuando se hace referencia a nuestra renuncia. Y este es precisamente el problema que esta mujer extravagante del futuro nos pone inexorablemente ante nuestros ojos: “Vivimos en un sistema ideológico que nos hace pensar que el cambio es imposible. Esta es la fuerza de la ideología dominante”.

Y al final del espectáculo no hay mucho que preguntarse. "¿Cómo salimos?". Más bien hasta que pensemos en seguir adelante sin buscar soluciones.

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escrito por Valentina D'Andrea
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