Enrique IV en el Teatro Bellini, la locura de Pirandello según Franco Branciaroli [Revisión]

Teatro Franco Branciaroli Bellini Nápoles
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La locura real y ficticia de Enrique IV, obra maestra de Pirandello de y con Franco Branciaroli, se representa en el Teatro Bellini

"Enrique IV: La tragedia de la vida que no podía vivir, estrangulado por una forma que tenía que ser efímera y que, en cambio, la tragó en sí misma, sin escape". (Adriano Tilgher)

En el escenario del Teatro Bellini de Nápoles (hasta el domingo 15 de noviembre de 2015) el maestro actor y director Franco Branciaroli cara por primera vez Pirandello, a través de una escenificación sublime, elegante y sagaz de su obra maestra Enrico IV. Escrito en tres actos por el célebre autor siciliano en 1921, el texto nos aparece, en la versión e interpretación de Branciaroli, más vivo y actual que nunca.

La "Máscara social", la frontera imperceptible entre realidad y ficción, entre normalidad y locura, entre el papel impuesto por la sociedad y la esencia humana, son los temas típicos de Pirandello sobre los que Branciaroli decide investigar, hacernos preguntas y cuestionarnos sobre el sentido de nuestra existencia, apoyándose en el juego del teatro y sus artificios, como hizo el maestro de Agrigento a través de su producción teatral.

Al comienzo de 900, un grupo de nobles aburridos decidió organizar, para el Carnaval, un paseo enmascarado, cada uno de ellos disfrazándose de personaje histórico, soberano o emperador, para ser presentado con su dama junto a ellos. Estrictamente acorde a las costumbres de la época y montado a caballo enjaezado. Un hombre decide hacerse pasar por Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano. La marquesa Matilde Spina, una mujer de la que Enrique IV está enamorado, y el barón Belcredi también participan en esta fiesta. Por un golpe de mala suerte Henry IV cae de su caballo y golpea su cabeza. Conviértete loco y comienza a creer que realmente es Enrique IV y que vive en 1100. Todo lo que puede hacer es refugiarse en una casa completamente transformada en castillo medieval, y él comienza a rodearse de sirvientes que apoyan su locura.

Teatro Franco Branciaroli Bellini Nápoles

Veinte años más tarde, Matilde Spina y Belcredi, su hija Frida y una psiquiatra, acuden a Enrique IV (cuyo verdadero nombre oculta deliberadamente el propio Pirandello durante todo el drama) para comprender la locura del hombre y hacerlo. llegado a sus sentidos. Pero repetir la "escena" del viaje enmascarado del pasado y disfrazar a Frida con el disfraz de su madre no será suficiente para "curar" a Henry IV, un hombre que, después de 12, ha vivido muchos años de verdadera locura. decidió fingir estar loco por no aceptar la realidad que lo rodeaba: en la que Belcredi había "robado" a su amada Matilde.

Locura actuada (¿o real?) Y lucidez real (¿o ficticia?) se alternan, por lo tanto, continuamente en el escenario, expresadas y "reconocidas" por las cualidades de actuación y los tonos vocales de los que es muy capaz. Franco Branciaroli, y desde los matices de luces y sombras que se reflejan en un ambiente surrealista y metafísico generado por una escenografía mínima pero efectiva, hecha de pasos, plataformas y practicable.

De nuevo la revelación de los mecanismos y trucos teatrales, como los trajes de época que se caen desde arriba, los cambios de ropa en el escenario y las pinturas que cobran vida repentinamente, sugieren al espectador que lo que ves es todo falso, pero lo que sucede en el escenario es todo verdad, todo real.

Estamos presenciando, en el caso de Enrique IV, el pequeña, gran tragedia humana de no poder tratar con la sociedad y con sus "habitantes", tener miedo de mostrar el verdadero ser, llegar a la conclusión de que usar una máscara, fingiendo estar loco, es mucho más simple. Una ruta de escape a la falsedad que impregna el mundo, una "prisión segura" donde finalmente puedes vivir tu mundo. Incluso si eso significa mantenerse vivo en el distante 1100. La lección de Pirandello, al final del espectáculo, es más clara para todos.

Del monólogo de Enrique IV

"Preferí permanecer loco y vivir mi locura con la conciencia más lúcida que es para mí la caricatura, evidente y voluntaria, de esta otra mascarada, continúa, de cada minuto, de los cuales somos payasos involuntarios cuando sin para saber, nos enmascaramos de lo que nos parece ser, [...] señores, estoy curado: porque sé perfectamente que soy un tonto, aquí; y lo hago, tranquilo! - El guajo es para ti que lo vives agitado, sin saberlo y sin ver tu locura. [...] Esta es mi vida! ¡No es tuyo! - Tu, en el que has envejecido, no lo he vivido!

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escrito por Valentina D'Andrea
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