Una naranja mecánica en el Teatro Bellini: Ultraviolence y Beethoven en el mundo visionario de Alex [Review]

Una escena del espectáculo de Arancia Meccanica en el Teatro Bellini en Nápoles

En el escenario del Teatro Bellini de Nápoles, la elaboración teatral de "La naranja mecánica", dirigida por Gabriele Russo con música de Morgan

Hawkwood.

Es difícil encontrar otras palabras para describir esta transposición teatral de Mecánico Naranja, Tan duro como le llevará a la etapa de los trabajos en el celuloide, siempre hay un olor de prejuicio que persiste en el lugar de trabajo y que aumenta el esfuerzo necesario para ser eficaz.

Una introducción caótica, confusa y asimétrica a la película no hace más que alimentar estos prejuicios. Ritmos demasiado rápidos, definitivamente fuera de los esquemas originales a los cuales Kubrick nos ha acostumbrado, recuerde un sentimiento similar causado por muchos Moulin Rouge, un frenesí excesivo sazonado por la falta de contenidos reales.

Escena del espectáculo teatral "Arancia Meccanica" en el Teatro Bellini de Nápoles

Afortunadamente, después de esto se aceleró considerablemente todo es una orden riassestandosi a las obras cinematográficas y villa continuó casi en paralelo. Es una lástima que mientras tanto ha perdido parte de la trama y, en concreto, el trabajo está casi completamente ausente en el contraste entre la pacífica Alex en su propio hogar, y el violento Drugo del mundo exterior. También perdió la densidad de su amor por Ludovico Van, más expresado en palabras que en hecho.

Pero todo está perdonado al final, gracias a la habilidad de Daniele Russo en una exquisita interpretación de Alex que casi encuentra la forma de reencarnarse en el actor, tal es la calidad, gracias a una excelente escenografía que reproduce con esmero los ambientes de la película, y finalmente gracias a la espléndida música, excepcional trabajo de un Morgan no se ve desde hace tiempo, muy fiel a la película pero a la vez diferente y adecuada a los tiempos del teatro.

Un trabajo ciertamente de calidad pero que encuentra su lugar más como una extensión de la película que en su propio espacio autónomo.

Escena del espectáculo de Gabriele Russo Arancia Meccanica en el Teatro Bellini de Nápoles, música de Morgan

Por otra parte, en la insidiosa misión de montar una obra de teatro extraída de una obra maestra cinematográfica, o de un libro (como el de Burgess de la cual Kubrick ha dibujado la película), se pueden recorrer dos caminos. Llevar la máxima fidelidad a la historia y la historia de las escenas, no decepcionar a los espectadores leales, o se basan en elementos del lenguaje teatral (las luces, los efectos de sonido, la música, el vestuario, el espacio escénico y unos cuantos accesorios) para extraer el espíritu y el sentido del drama original y transmitirlo a los espectadores con la potencia y carga emotiva del "aquí y ahora" del que sólo el teatro es capaz.

Y aquí está el director Gabriele Russo él decide transformarse Mecánico Naranja en la transposición de una pesadilla con atmósferas surrealistas y oníricas. Se trata de Mundo interior y perceptivo de Alex, aquí visto como el protagonista absoluto de la acción escénica. Sus sensaciones, sus visiones, son el motor del drama, y ​​el espectador es arrastrado, casi con la misma violencia que uno presencia, a formar parte de él. La obsesión por la "leche correcta", el argot "Nadstat", el lenguaje de los Drughi inventado por el mismo autor, el amor visceral (que luego se convirtió en repulsión) por deformida música de Beethoven que marcan la acción, se absolutizan, convirtiéndose en elementos mínimos pero imprescindibles para la comprensión del drama, pero también de la película y la novela original.

La creación de escenas absurdas de “ultraviolencia” es magistral, una tarea difícil teniendo solo un escenario y unos pocos actores disponibles, y no las posibilidades de montaje de la película. Pero la reproducción a "cámara lenta" propuesta por Gabriele Russo de la violación en casa del escritor adquiere rasgos inquietantes y estremecedores precisamente por su crudeza, por ser el protagonista de la escena, casi un fin en sí mismo.

Uno también emerge Retrato extremo de la sociedad, de un estado totalitario que no deja libertad de elección, cada vez más proclive a controlar las conciencias. Una actitud que, de hecho, reprime primero a la juventud, para luego remediar los excesos, a través de sistemas bárbaros e inhumanos, que hacen que todo esté vivo (incluido el amor) mecánico, aséptico y lobotomizado.

Mecánico Naranja todavía está en el escenario en Teatro Bellini de Nápoles hasta 13 April 2014. Información sobre horarios y precios de entradas en nuestro artículo dedicado.

Revisión escrita en colaboración con Matteo Morreale

Foto: Inartemorgan.it

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escrito por Valentina D'Andrea
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