"El servidor de dos maestros" en el Teatro Bellini: la Commedia dell'Arte según Latella [Revisión]

Escena del espectáculo El servidor de dos maestros de Antonio Latella en el Teatro Bellini de Nápoles

Sombras, ambigüedades, mentiras y engaños tras las máscaras de la Commedia dell'Arte, en el espectáculo de Latella "El sirviente de dos señores"

Antonio Latella con El sirviente de dos maestros toma un doble desafío. Por un lado, confronta y choca con el texto original de Carlo Goldoni, emblema de la Commedia dell'Arte, por otra parte con la célebre e inmemorial representación escénica de Giorgio Strehler, cuya máscara de Arlequín ha entrado ya en el imaginario colectivo de todos.

Pero en el plato de Latella, Arlequín él no es el protagonista, ni él es Arlequín, como todos lo conocemos. Su ambigüedad de fondo proviene de su primera entrada en la escena. Él es "Arlequín", como repetirá muchas veces, y no lleva una máscara ni una identidad bien definida.

La historia se desarrolla en el interior de un hotel veneciano, del cual Brighella es el gerente, tal como sucede en el texto de Goldonian. Aquí deberíamos celebrar la promesa de matrimonio entre Clarice, hija de Pantalone, y Silvio, hijo del Doctor Lombardi, ya que Federico Rasponi, el prometido de Clarice, murió en una pelea. Pero lo que domina la escena no es tanto la trama o la trama, sino las mentiras, las falsedades, los engaños, la complicidad y el sufrimiento.

Escena de Arlequín en el espectáculo Latella El servidor de dos maestros en el Teatro Bellini en Nápoles

Arlequín, quien debería ser el personaje principal de la comedia y el motor de la acción escénica, divertido y desenfadado, aquí es cruel, oscuro y reflejo de la maldad ajena. Cuanto más blanco es su vestido, más negra es su alma. Es un personaje vacío y sin identidad, que para sobrevivir se ve obligado a mentir y engañar sin saber por qué, como si necesariamente tuviera que obedecer a un complot que otro ha escrito para él. Hasta el punto de no poder realizar ni siquiera el "lazo volador", uno de los más conocidos de la típica máscara de Arlequín, que se ve obligado a aprender en escena con la ayuda de los "maestros" y a repetirlo varias veces para memorizar. eso.

No existen, en la versión de latella, parches coloridos, cortinas divertidas y chistes hilarantes. Arlequín y las otras máscaras saltan, hacen piruetas y bromas, pero detrás de todo esto no hay jovialidad sino engaño y escándalo, casi como si el director, y el joven dramaturgo Ken Ponzioellos querían liberar la Commedia dell'Arte de todos los adornos externos y superfluos y llegar al hueso, abordando un tema contemporáneo. El de la merchandising de sentimientos, de los mentir para alcanzar las propias metas e intereses, como sucede en nuestro mundo contemporáneo, donde ni siquiera el amor puede salvarse a sí mismo.

Representación de personajes El servidor de dos maestros en el Teatro Bellini

Latella aquí también juega con ambigüedad e incesto sexual. Aquí también Beatrice se disfraza de Federico Rasponi para ganar la dote de Clarice, pero, al mismo tiempo, Rasponi es evocado por la figura de Arlecchino, que se convierte, al mismo tiempo, en hermano y amante muerto de Beatrice. Y la de ellos parece la única "relación" en la que el amor es verdaderamente sincero.

Aunque las premisas y objetivos de El sirviente de dos maestros de Latella son más que fascinantes, en la pieza hay algo que no vuelve y que no convence. Algunos momentos resultan redundantes y vacíos, algunos gestos obsesivos, algunas bromas demasiado rápidas e incomprensibles, y la relación con el texto original corre el riesgo de perderse, haciendo que algunos espectadores aburridos abandonen la sala antes del final del espectáculo.

En resumen, elArlequín en el cual somos testigos por dos horas y cuarto (sin intervalo) es uno máscara revolucionaria, a la que vuelve Latella para luego volver a empezar, en una reescritura que retoma la tradición para lanzarse al futuro. El emblema de este "ímpetu" revolucionario es la destrucción física y material de la escena teatral interpretada por todos los personajes al final de la obra. Metáfora de un teatro que, para recobrar su vitalidad en la época contemporánea, debe visitar la tradición, desgarrarla y captar sus esencias, para ser reelaborada y luego ofrecida al espectador a través de lenguajes nuevos y más efectivos. Le guste o no al público.

El espectáculo está en el escenario en Teatro Bellini de Nápoles hasta el 23 de febrero. Para conocer los precios de los boletos y los horarios, consulte nuestra tarjeta.

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escrito por Valentina D'Andrea
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